Hojas en otoño.
Tenue, suave, imperceptible.
Rodeando nuestro diario vivir, moldeando lo que somos
quienes nos acompañan están ahí.
Quienes nos acompañan y las situaciones
los espejos multifacéticos donde nos vemos
donde creemos vernos
donde nos dejamos de ver.
Y a veces un destello es como un soplo que se lleva
sin que nos demos cuenta
un trozo de lo que somos, de los que nos acompañan
de nuestra vida.
Un destello que no tiene que reflejar verdad
no tiene que reflejar, de hecho
sólo tiene que estar, y ser visto.
Y con su aparición, como brisa otoñal
arrastra lo que una vez estuvo vivo.
Y eso que vivio adquiere colores, colores hermosos
matices irrepetibles, y que llenan de añoranza
de peso
el alma.
Y así es que no puede uno partir tras las hojas,
las que se ven y las que no:
siempre se escapan
como gotas que queremos recoger del arroyo
y atraparlas en una red.
Como hojas en otoño, la vida se nos va.
Como hojas en otoño, no hay forma de recuperarla.
Como hojas en otoño, sólo queda el recuerdo
y la esperanza de que
en primavera
nuevas hojas crecerán.