Una pequeña planta nace,
Esa era la petición de la madre naturaleza.
En sus hojas se ve la belleza de la creación
Y en su tallo la delicadeza de la existencia.
La lluvia es su amiga
Porque siempre le brinda su codiciado alimento.
Cuando tiene mucha hambre la pide,
Y le ruega a sus amigos que le dejen de comer.
El tiempo es su aliado,
Con cada día la hace más bella y más fuerte.
Con su aliado, el tiempo, poco a poco su tallo pierde delicadeza,
Se hace más robusto y fuerte.
Pronto deja de ser una pequeña planta
Y se vuelve un gran árbol lleno de energía.
En lo que lleva de vida ha visto pasar muchas estaciones,
Muchas primaveras, veranos, otoños e inviernos.
Y con su fuerza ha sabido superarlas todas;
Acostumbrándose lentamente al pasar de cada una.
Pronto llega su tiempo y está listo para dar frutos,
Estos mismos lentamente comienzan a crecer.
Sin lugar a dudas algunos al estar listos caen,
Y muy dadivoso ofrece algunos otros a quienes los necesitan.
Al pasar de los días estos que eran frutos caídos comienzan a germinar,
Y luego a desarrollar. Igual como su padre lo hizo una vez.
Una día una tormenta furiosa llega,
Comienza a arrasar con todo lo que ve a su paso.
El fuerte árbol está estático, no se mueve.
Pero sin aviso previo cae un rayo y lo lastima severamente.
A fin de cuentas la tormenta termina,
Pero el gran árbol sigue estando muy herido.
Sus hojas, antes verdes y vivas, han perdido el color
Y caen melancólicamente de las ramas.
El árbol comienza a ir en descenso y sólo puede apoyarse en sus hijos
Mientras muere lentamente.
Al final el árbol muere y es después cortado.
Quizás es el remedio para el olvido.
Lo que una vez fue un gran y fuerte árbol
Es ahora sólo una vieja base...
Una base que es contemplada con pena por quienes una vez
Fueron beneficiados por su amabilidad.
Pero un día, en esa vieja base de tronco,
Comienza a crecer una nueva planta.
Una nueva planta que trae consigo una nueva luz
Y una nueva esperanza de vida para todos.