Verdades
Eras sólo una infante.
Al igual que el camino.
Cuando pasaste por él hubo tramos inexplicables
llenos de joyas ocultas dentro de piedras
y no supiste usar lo que tenías en las manos
o quizás no tenías lo que necesitabas en la mano.
Tus pies se maltrataban de vez en cuando;
algunas veces te dabas cuenta:
dolía tanto que no podías caminar
el camino te daba un mensaje.
Tropezaste alguna vez, y te hiciste daño
te cambió la forma de andar entonces.
Al cabo del tiempo, sentías el camino como una extensión tuya.
A veces caías nuevamente en el extraño estupor que no te permitía entender,
pero el resto del tiempo sabías que caminar era también que el suelo se moviera debajo tuyo.
Y entendías cada marca, cada mensaje en el camino.
Y entonces notabas rosas adornando los recuerdos
y cuantos pasos tuvieron pinchazos
y cómo venían, cómo dolían.
En ese momento en que te iluminaste más allá de lo explicable temí preguntarte,
y ahora suspiro con lo que pudo ser...
a veces de arrepentimiento
a veces de miedo,
siempre con solo un silencio como respuesta.
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