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Un suave y constante martilleo en el ambiente.
Las capas de polvo engendran del éter, de lo imperceptible, y hacen tangible el paso del tiempo.
Entre golpe y golpe se van sellando destinos, se hacen los caminos predilectos, las trayectorias incorregibles.
Un grupito de casillas efímeras, se escapan entre los dedos a la vez que se juntan a un lado u otro de la balanza, según las inclinemos. Y no es si no hasta que hay una montaña que se hacen obvias, ineludibles... Y nuestra postura necesita, pues, de justificación.
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